Es difícil abordar un tema tan triste como el de Ana María Acevedo, que aviva malos recuerdos y viejos temores. También lo es volver a hablar con Norma, su madre, quien aún reclama justicia. Fue Diario UNO de Santa Fe quien tuvo el también “triste privilegio” de acceder a la “primicia” y de publicar, antes que ningún otro medio y seguir día a día, con ánimo militante, la perturbadora crónica que, paradójicamente, en nombre de “la defensa de la vida”, terminó llevándose a dos, en condiciones de extremo sufrimiento y negándole a la víctima lo que por derecho le correspondía. Quizás, con la impunidad que cree tener el fundamentalista, convencido de que puede ir no sólo contra voluntades personalísimas, sino también contra normas universales, consensuadas –por laicos o no–, en democracia.
El –luego “demonizado”– abogado Ulrich Lehmann, católico ortodoxo y férreo opositor a la legalización del aborto, a pesar de ello, fue quien denunció y llevó inicialmente la causa sobre sus espaldas, dejando primar el derecho por sobre sus creencias. Obviamente, todos teníamos y tenemos intereses e ideales –legítimos o no, cuestionables o no– de todo tipo. Económicos, periodísticos, sociales, ideológicos y políticos. Y a todos nos asiste el derecho de tenerlos, cuestionarlos o defenderlos.
Lo concreto es que Ulrich accedió a las pruebas que se publicaron -otra vez, antes que en ningún otro medio, en nuestro matutino–; aporte que también comenzó a definir el caso en lo administrativo y judicial, conmovió una gestión de gobierno y casi “se lleva puesta” a una excelente ex ministra de Salud: Silvia Simoncini, quien, según trascendidos, le habría dicho a Obeid: “O echás a (Andrés) Ellena –director del Iturraspe en ese momento–, o me voy yo”. La hoy diputada nacional nunca fue informada del pedido expreso –solicitud que, por cierto, no era necesaria– de los padres de Ana María para que accediese a la interrupción terapéutica del embarazo; y recibiese, así, el tratamiento oncológico en tiempo y forma. El pedido figuraba en las actas del Comité de Bioética del hospital, que lo negó “por cuestiones religiosas”.
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