El Ministro de Seguridad de
Santa Fe, Leandro Corti, desplazó de sus cargos a Néstor Arismendi y
Daniel Cabrera. En sus lugares asumieron ayer Walter Miranda como jefe
de la UR II y Hernán Brest de subjefe.
El ministro de Seguridad de la
provincia, Leandro Corti, decidió relevar ayer a la cúpula de la
jefatura de la policía de Rosario en el marco de lo que consideró "un
proceso natural" y sin que haya "ninguna razón en particular". Todo
sucedió en cuestión de pocas horas. La mañana del sábado, y por
teléfono, el comisario mayor Néstor Arismendi se anotició de que desde
las 16 no sería más el jefe de la Unidad Regional II. La misma suerte
corrió el comisario Daniel Cabrera, quien era subjefe. "Fue una decisión
política", coincidieron las fuentes consultadas por La Capital a la
hora de conocer detalles de los corrimientos.
El nuevo jefe de policía de Rosario es
el comisario mayor Walter Miranda, quien dejó su cargo como subjefe en
la Unidad Regional VIII con asiento en el departamento General López.
Será secundado por el comisario inspector Hernán Brest, quien hasta
octubre pasado fue jefe de la Agrupación Cuerpos de la policía rosarina y
cuyo último destino fue ser subjefe de la URXVII, en San Lorenzo. Ambos
oficiales asumieron sus nuevas responsabilidades en el salón "Héctor
Hermida" de Jefatura, en Ovidio Lagos al 5200.
Las designaciones, según sostienen
fuentes oficiales, forman parte de un esquema de recambios más amplio
que fuera anunciado por el ministro de Seguridad hace 15 días y que
incluyó el nombramiento de Verónica Aymar, una abogada de su extrema
confianza, a cargo de la estratégica Subsecretaría de Coordinación
Técnica Administrativa del Ministerio (con potestad sobre la asignación
del presupuesto para el funcionamiento de la cartera).
Se sabía. Si bien la decisión política
de realizar un cambio en una jefatura de unidad regional siempre está
latente como parte del juego, el reemplazo del cuestionado comisario
Arismendi dejó claro que sentarse en el sillón de jefe de la UR II se
transformó en un puesto de alto riesgo. "En Rosario los policías vivimos
el día a día. No sabemos cuándo te va a tocar perder". Así lo explicó
hace algunos meses un alto oficial de la rosarina y los hechos parecen
convalidar esa visión. En los últimos 15 meses desfilaron por la
Jefatura local tres titulares: Oscar Barei (dos meses), Cristián Sola
(10 meses) y Arismendi (109 días). "Se acabaron los días en que un jefe
de policía podía estar dos años, como Mariano Savia", comentó ayer, con
un dejo de nostalgia, un alto mando de la regional.
Desde hace una semana en los despachos
oficiales se barajaba un cambio para Rosario y el de ayer fue el
amanecer de un día agitado. Una mañana de teléfonos y celulares al rojo
vivo donde distintos jefes se fueron enterando de cuál era su próximo
destino apenas habían dejado sus camas. Arismendi se enteró de su relevo
vía telefónica. Un detalle no menor que fue tomado con distintos grados
de malestar por muchos uniformados. "Puede haber un relevo pero no se
pueden olvidar las formas. A un policía no se lo puede relevar por
teléfono. Tiene que haber una comunicación cara a cara", se quejó un
veterano.
Un largo recorrido.
Los nuevos jefes de la policía rosarina son de la misma promoción: la
1984. Es decir que cumplen 30 años de servicio en marzo de 2014, cuando
pasarán a retiro. De esa promoción fueron, por promedio, segundo y
tercer escolta de la bandera. En ese caso, Brest estuvo por delante de
Miranda.
Walter Rubén Miranda tiene 28 años de
servicios y alternó trabajos en comisarías y la Agrupación de Unidades
Especiales (AUE). En 1999 fue nombrado subcomisario. Volvió a ascender
en 2002, en 2004 y en 2006 llegó al cargo de inspector. Estuvo al frente
de las comisarías 1ª, 2ª, 3ª, 9ª y 10ª. En AUE trabajó en Leyes
Especiales, Sustracción de Automotores y fue subjefe de la sección
Homicidios.
Su paso por Moralidad Pública hizo que
su nombre fuera ligado al de Sandra Cabrera, asesinada de un balazo en
la nuca el 27 de enero de 2004, ya que la meretriz concentraba sus
denuncias en esa sección de la policía rosarina. Sin embargo la pesquisa
sobre el asesinato de Cabrera nunca incluyó una denuncia judicializada
contra Miranda. Tras ese crimen, el entonces gobernador de la provincia,
Jorge Obeid, disolvió la sección Moralidad Pública.
También estuvo en el área de Relaciones
Policiales (Prensa de Jefatura) y en junio de 2009 fue designado como
jefe de la Inspección de 1ª Zona, teniendo a su cargo las comisarías del
centro y macrocentro de la ciudad. En diciembre de 2010 fue corrido de
ese cargo luego de que el fotógrafo Alejandro Guerrero, del diario El
Ciudadano, denunciara que había sido golpeado en la comisaría 3ª. Ese
relevo fue visto, puertas hacia adentro, como un "ajuste de cuentas"
dentro de la misma fuerza ya que el irracional acto de dos numerarios de
la comisaría de Dorrego al 100 fue utilizado para relevar no sólo al
jefe de la seccional, sino también al Inspector de Zona y al entonces
jefe de Orden Público, Aníbal Rodríguez, actualmente a cargo de la
policía de San Lorenzo.
Luego de ese mal trago Miranda pasó a
revistar en el departamento General López, donde llegó como jefe de la
Unidad de Agrupaciones Especiales y al ser nombrado comisario mayor fue
ascendido a la subjefatura de la Unidad Regional VIII.
Un hombre de calle.El
comisario Inspector Hernán Brest, en tanto, viene de ser segundo en San
Lorenzo y tiene un perfil de policía con apego a la calle y al
patrullaje, lo que le genera buena llegada a la tropa. Cumplió una buena
parte de su carrera en comisarías de la periferia como la 11ª, la 20ª,
la 25ª de Villa Gobernador Gálvez, la 27ª de Arroyo Seco y la 30ª.
Aunque también estuvo en las dos seccionales que organizan los
operativos de partidos de fútbol como son la 5ª (parque Independencia) y
la 9ª (de Arroyito), algo que le hizo ganar amigos y enemigos en igual
medida y que le causó un dolor de cabeza a fines de octubre pasado
cuando el presidente de Newell\'s Old Boys lo acusó de ser el
responsable de la represión que sufrieron los hinchas rojinegros al
finalizar el partido que jugaron entonces con Olimpo de Bahía Blanca.
Fue nombrado subcomisario en 2003 y
ascendido a comisario dos años más tarde. En 2007 fue nombrado inspector
y puesto a cargo de la Inspección de 2ª Zona (Pichincha, Belgrano,
Refinería, Arroyito, Sarmiento, Alberdi, La Florida, Empalme Graneros y
Ludueña). En marzo de 2011 fue puesto a cargo de la Agrupación Cuerpos
(Comando Radioeléctrico e Infantería) y en diciembre pasado llegó a
subjefe de la policía de San Lorenzo.
Esta es la nueva cúpula de la policía
de Rosario. Asumió ayer y deberá enfrentar dos complejos frentes de
batalla. Uno: las intrigas palaciegas, un elemento demasiado
naturalizado en los últimos tiempos de la vida de una fuerza de unas 5
mil personas. Dos: el clamor de una sociedad que le exige al poder
político un mejoramiento en las condiciones de seguridad en la vida del
vecino de a pie en una ciudad-departamento que supera ampliamente el
millón doscientos mil habitantes.
En Santa Fe
Los
reemplazos en la policía rosarina se dieron 15 días después de que el
ministro Leandro Corti removiera a la cúpula de la Unidad Regional I,
con asiento en la capital provincial. Allí, la dupla compuesta por el
comisario mayor Antonio Medina y el inspector Carlos Chelini suplantó a
los comisarios Hugo Miñoz y Tomás Salomón. La explicación a esos cambios
fue la misma que ayer: “Son naturales y habituales en la fuerza”.
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