El caso de Ana, una transexual que denunció a su pareja por haberle quemado las piernas con agua caliente; disparó consultas de distintos grupos acerca de cómo realizar este tipo de denuncias en sede policial sin ser discriminados.
Ana es transexual, tiene 40 años, y hacía 14 que convivía con su pareja, un hombre de 36 años. La semana pasada decidió denunciarlo por reiteradas situaciones de violencia. Las agresiones del hombre siempre habían sido verbales, pero la última llegó al límite: le quemó las piernas con agua hirviendo. Desde los grupos Comunidad Trans y Rosario Diversidad, aseguraron que Ana no es la única que pasó por esa situación de violencia entre parejas transexuales o del mismo sexo. Sin embargo, reconocieron que después de su valentía por denunciar a su concubino, tanto en sede policial como judicial, llovieron las consultas sobre cómo hacer una denuncia por maltrato, a quién acudir, qué pasa con el agresor, y la duda más importante: "¿Nos recibirán la denuncia siendo trans?". La responsable de la Secretaría de Violencia Familiar de los Tribunales Provinciales de Rosario, Mariana Velazco, aseguró: "Nunca dudamos en atender a chicas trans, se hace igual que con los demás casos. Ni siquiera las llamamos por el nombre que figura en su documento, cuando les toca el turno, solo mencionamos su apellido. Acá se atienden entre 25 y 30 casos de agresión familiar por día, y todos son tomados por igual".
La violencia doméstica existe en todas las relaciones, y las parejas homosexuales no son la excepción. Si bien desde la oficina que atiende los casos en Tribunales aseguraron que en los últimos tres años, hubo dos o tres casos de transexuales que denunciaron a su pareja, Michell Mendoza, de Rosario Diversidad, aseguró que "hay muchos casos". En ese sentido, y ante las dudas y consultas que surgieron luego de conocer la situación de Ana, "muchas chicas preguntaron si les toman la denuncia, y cómo tienen que hacer".Para despejar esas dudas, Comunidad Trans y Rosario Diversidad están organizando charlas de orientación con profesionales de la Comisaría de la Mujer, que les indique a las chicas trans cómo actuar y a quién dirigirse cuando se presenta un caso. "Nos trataron muy bien en el Centro de Atención a la Víctima (que funciona en la Comisaría de la Mujer), y también en los Tribunales", rescató Michell sobre la denuncia que hicieron contra la pareja de Ana.
La historia de Ana es dura, pero es una realidad que viven muchas chicas que viéndose como varones se dieron cuenta que no eran ellas, entonces los cambios físicos que buscan comienzan a notarse, y con ellos las dificultades por insertarse en la sociedad.
Cuando vivía con sus padres, Ana trabajaba como mecánica dental, con algunos pacientes que le derivaba su padre. Sin embargo, cuando conoció a su pareja se inició como trabajadora sexual. Es que él no trabajaba, y lo poco que Ana ganaba con sus pacientes no alcanzaba para los gastos de ambos, sumado a los vicios de su novio.
La semana pasada, Ana fue a reunirse con el grupo de Rosario Diversidad, que se encuentra periódicamente para organizar diferentes actividades, y llegó caminando con dificultad: tenía una pierna muy lastimada por la quemadura. "No me quemó, solo me trata mal", le comentó al grupo ante la pregunta de todas; sin embargo, "pedía socorro".
"A partir de este caso, empezamos a ver que hay muchos casos de violencia doméstica entre personas trans. Cuando supimos lo que pasaba a Ana hicimos una mesa debate, porque era el primer caso concreto, y hablamos acerca de cómo abordar la problemática, aunque ella no quería denunciar nada al principio", relató Michell. Ante la indecisión de Ana para frenar la violencia de su concubino, el grupo la acompañó para que no estuviera sola en su casa con el agresor. "Nos turnábamos para estar con ella, le llevamos medicamentos y lo que necesitaba porque así no podía salir a trabajar. Ese acompañamiento consistía en que no se sintiera sola", dijo. "No podía caminar, todavía tiene la pierna muy quemada, y el tipo le gritaba `che, puto de mierda, te dije que me alcances agua', mientras nosotras estábamos ahí".
Al día siguiente, Ana explotó: "Lloró como un bebé cuando le dije que no tenía que sentirse sola, que las chicas del grupo íbamos a estar para lo que necesitara. Nos dijo que no aguantaba más, que el marido había llegado a un límite extremo; y desde ahí intentamos que fuera a una psicóloga, y que se decida a hacer la denuncia para que esto no terminara mal".
A los pocos días, Ana llamó a las chicas del grupo para decirles que no aguantaba más, y se decidió a denunciar a su pareja. "Llegamos a su casa para buscarla y ella no podía moverse de la cama, mientras el marido estaba dando vueltas en la casa. Pudo rescatar algunas de sus cosas de valor, porque la pareja le rompe todo, y la llevamos a la Comisaría de la Mujer", dijo Michell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario