El victimario habría intentado ocultar su repudiable acción deshaciéndose de la víctima o armando un cuadro que disimulara su responsabilidad. Está detenido.
Golpeada, aturdida y confusa, una niña de 13 años fue encontrada anoche por una patrulla de Seguridad Vial en la Circunvalación Oeste, frente a la Casabomba Nro. 2.
Ese encuentro con la menor no fue casual. Algunos conductores de vehículos habían informado al 911 acerca de un niño, acaso un adolescente que, con intenciones desconocidas, se ponía al paso de los rodados con gran riesgo para su vida.
Los avisos fueron oportunos ya que los agentes de Seguridad al llegar al sitio indicado pudieron socorrer a la niña, A.M. quien se hallaba en la banquina en un estado de total desamparo.
Los policías, partir de los dichos de la menor, dedujeron que había sido abusada y por tal motivo la llevaron con ellos a la División Judicial de la URI, más precisamente a la oficina que investiga los delitos contra la integridad sexual.
En esa dependencia, la víctima hizo referencia a un hombre que, después de golpearla y manosearla, la cargó en una moto y la abandonó en un sector de la ciudad donde la seguridad está de continuo amenazada por acción de las patotas.
Con una descripción de la moto que tripulaba el abusador distintas patrullas de la URI salieron en su búsqueda y ante la sospecha de que pudiera haber huido en dirección a la vecina Santo Tomé se estrechó la vigilancia sobre el Puente Carretero.
Esas primeras diligencias no arrojarían resultado alguno, pero al dirigirse las patrullas a la casa de la niña con intención de entrevistar a su madre encontraron que ésta se hallaba junto a su compañero en la Seccional 6a., pidiendo por el paradero de A.M., desaparecida en circunstancias desconocidas para ella.
Entonces se pudo ver que el hombre de 48 años que acompañaba a la madre de A.M. era el propietario de una motocicleta cuyas características coincidían con la descripción realizada por la pequeña víctima.
Luego otras piezas encajaron y la investigación cerró de modo sorprendente para todos, excepto para los protagonistas del drama, la aterrada menor y el victimario que no dejó la comisaría sino esposado y entre dos uniformados.
El compañero de la madre de A.M. sería señalado como el hombre que manoseó, golpeó y llevó por la fuerza a la niña, abandonándola impiadosamente en la desolada autovía con siniestras intensiones.
Ahora, en sede policial y con conocimiento de la Justicia se instruyen actuaciones por lesiones y abuso simple a este hombre cuyo nombre y domicilio se omiten con la sola finalidad de preservar la identidad de la víctima.
Ese encuentro con la menor no fue casual. Algunos conductores de vehículos habían informado al 911 acerca de un niño, acaso un adolescente que, con intenciones desconocidas, se ponía al paso de los rodados con gran riesgo para su vida.
Los avisos fueron oportunos ya que los agentes de Seguridad al llegar al sitio indicado pudieron socorrer a la niña, A.M. quien se hallaba en la banquina en un estado de total desamparo.
Los policías, partir de los dichos de la menor, dedujeron que había sido abusada y por tal motivo la llevaron con ellos a la División Judicial de la URI, más precisamente a la oficina que investiga los delitos contra la integridad sexual.
En esa dependencia, la víctima hizo referencia a un hombre que, después de golpearla y manosearla, la cargó en una moto y la abandonó en un sector de la ciudad donde la seguridad está de continuo amenazada por acción de las patotas.
Con una descripción de la moto que tripulaba el abusador distintas patrullas de la URI salieron en su búsqueda y ante la sospecha de que pudiera haber huido en dirección a la vecina Santo Tomé se estrechó la vigilancia sobre el Puente Carretero.
Esas primeras diligencias no arrojarían resultado alguno, pero al dirigirse las patrullas a la casa de la niña con intención de entrevistar a su madre encontraron que ésta se hallaba junto a su compañero en la Seccional 6a., pidiendo por el paradero de A.M., desaparecida en circunstancias desconocidas para ella.
Entonces se pudo ver que el hombre de 48 años que acompañaba a la madre de A.M. era el propietario de una motocicleta cuyas características coincidían con la descripción realizada por la pequeña víctima.
Luego otras piezas encajaron y la investigación cerró de modo sorprendente para todos, excepto para los protagonistas del drama, la aterrada menor y el victimario que no dejó la comisaría sino esposado y entre dos uniformados.
El compañero de la madre de A.M. sería señalado como el hombre que manoseó, golpeó y llevó por la fuerza a la niña, abandonándola impiadosamente en la desolada autovía con siniestras intensiones.
Ahora, en sede policial y con conocimiento de la Justicia se instruyen actuaciones por lesiones y abuso simple a este hombre cuyo nombre y domicilio se omiten con la sola finalidad de preservar la identidad de la víctima.
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