El Canalla visita al último para extender la racha y continuar despegado arriba. Enfrentará a Chicago en el Nuevo Gasómetro, con arbitraje de Alejandro Castro y televisación de la TV Pública, desde las 17.
La Capital |
La ilusión canalla había sido demolida prácticamente antes del viaje a Florencio Varela. Sólo un hombre con la espalda y la convicción de Miguel Angel Russo podía volver a encenderla. Y vaya sí lo hizo. Desde entonces Central no hizo más que ganar y ganar, llegó a la punta y, ante todo, estiró mucho la diferencia con el cuarto, por lo que la zona de ascenso a la que entró desde finales del año pasado. Esa tranquilidad que supo adquirir es un plus importantísisimo y que está en condiciones de aprovechar hoy. Más allá de los riesgos que representa jugar de visitante, el hecho de que su rival, Nueva Chicago, no juegue en su cancha, de que esté último en la tabla general y de los promedios, y de que tenga un DT interino, es un cóctel demasiado tentador para usufructuar al máximo.
Y es que Central se volvió un equipo confiable. Paciente. Consciente de que su potencial está en no desordenarse nunca y de que el error del rival tarde o temprano aparece. No tiene una ofensiva matadora, pero sí adquirió una consistencia defensiva importante que respalda a los de arriba como para que no jueguen nunca con apuros.
Está bien que Russo no haga nunca hincapié en las ventajas relativas de las contingencias, al menos públicamente, porque esa receta es la que le dio resultados y porque en definitiva tampoco hay que olvidar de dónde se viene. Central arrancó muy mal la temporada y estos mismos hombres, con los retoques lógicos hasta que encontró el once ideal, lo revirtieron. Ergo, no hay que perder la humildad y ese es el camino elegido por el cuerpo técnico.
Hoy Central no jugará con dos hombres importantes en su estructura y habrá que ver cómo lo disimula. Hernán Encina, suspendido, se hizo cargo del andamiaje ofensivo canalla y Antonio Medina, suspendido, de ser un molesto delantero para cualquier defensa. Bareiro, que siempre entró desde que llegó, y Carrizo, que siempre hizo estragos desde el banco, tendrán la responsabilidad de no sentirlos. Las condiciones están dadas para seguir soltándole el hilo al barrilete de los sueños de ascenso.
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